Orilla

El lago Nabor Carrillo puede verse desde un avión: si se entra en el espacio aéreo del Estado de México desde el oriente, el lago aparece como una extraña mancha negra y rectangular, como una represa, como un territorio inexplicablemente despejado, cubierto de una sustancia oscura y brillante. Visto desde la altura de un avión volando sobre el espacio aéreo de la Ciudad de México, la perfecta geometría del lago contrasta con la caótica mancha urbana que comienza a expandirse unos pocos kilómetros al occidente. Los habitantes de la ciudad y sus inmediaciones no visitan el rectángulo de agua más grande del Valle de México: el Nabor Carrillo está protegido por barreras que restringen el acceso a extraños, de modo que sólo biólogos, agrónomos y funcionarios federales que trabajan en el área han conocido esta cuenca ortogonal de aguas tratadas.

Al ver el lago desde la orilla descubro que, a ras de suelo, su forma rectangular se desdibuja, percibiéndose en cambio como una inmensa elipse, curva y continua, que se extiende hacia el horizonte. [...]