Los terrenos de la reserva ecológica del lago de Texcoco se encuentran justo después de la línea que separa a la Ciudad de México del Estado de México, hacia el nororiente. Al cruzar esta línea divisoria se cruzan varias fronteras a la vez. Se transita por una división política entre ciudad y no-ciudad, en la cual todos los rastros de urbanización desaparecen abruptamente. Se atraviesa también una división geográfica entre ciudad y campo: un campo salino de vegetación escasa, un terreno plano y abierto, ajeno a la topografía intrincada y hundida de Ciudad de México. También se traspasa una división climática, que es tal vez la que más sorprende porque se siente en el cuerpo: al pasar la línea entre ciudad y estado la temperatura se eleva dos grados centígrados, la pesadez de la contaminación disminuye y el aire se seca notablemente mientras empieza a emitir un fuerte olor a sal. […]
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