En la película Stalker del director ruso Andrei Tarkovsky, tres hombres entran en una zona prohibida resguardada por militares y cercas metálicas difíciles de franquear. Al interior de esta zona los hombres empiezan a descubrir un espacio diferente de aquel del exterior: un territorio cambiante que se devela a medida que ellos se internan en él. Al adentrarse en este espacio, los viajantes van encontrando carcazas oxidadas de tanques de guerra, búnkeres que han sido inundados por torrentes de agua, y lugares con los muros desnudos donde permanecen algunos fragmentos de muebles, escombros y objetos. En ocasiones atraviesan una vegetación densa y tupida que puebla las rendijas de las construcciones, ya vacías de habitantes. Los restos materiales de la ocupación humana no permiten ser situados en el tiempo: aparecen cubiertos de moho, óxido, tierra, o sumergidos en el fondo de estanques de agua y cubiertos por capas de algas. [...]
Zona
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