A partir de 1917 el agua comenzó a ser un objeto en la agenda de las instituciones gubernamentales de México: la Secretaría de Aguas, Tierras y Colonización fue creada dentro de la constitución de 1917; en 1926 ésta fue renombrada como la Comisión Nacional de Irrigación; en 1946 la Secretaría de Recursos Hidráulicos asumiría las funciones de la anterior comisión; después, la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos derivaría de ella en 1976; finalmente, la Comisión Nacional del Agua (Conagua), que aún opera el día de hoy, fue constituida en 1989. Todas ellas fueron conformadas con autonomía presupuestal y administrativa, con la capacidad de modificar la trama hidrológica del país, con el poder de desviar y canalizar ríos, desecar y reinundar lagos, drenar acuíferos, abastecer y desabastecer poblaciones. Cambiando de nombre y a veces de título, la institución federal encargada del manejo del agua seguía atendiendo el mismo asunto que en primera instancia dio lugar a su creación: administrar el agua en su relación con la tierra, y con ello llevar a cabo empresas de colonización bajo la bandera del beneficio común. [...]
Conagua
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