La frontera entre los terrenos federales del lago de Texcoco y los pueblos de San Luis Huexotla y San Bernardino se extiende hoy como un terreno baldío de varias hectáreas, cubierto únicamente por la sal que emana de la tierra, por algunas áreas cubiertas de pasto y por montones de escombros desperdigados a lo largo y ancho del terreno. Varias hectáreas se mantienen libres de ocupación, expectantes, irresueltas, como si no le pertenecieran a ninguno de los territorios que las reclaman. En las zonas limítrofes como ésta, así como en la frontera que separa a México de Estados Unidos, existe siempre una franja de tierra vacía que borra de sí la evidencia del paso de los hombres. Los escombros, esos pedazos aislados, sin valor y sin contexto, son los testigos de la vida humana ya borrada, y son lo único que se resiste a ser devorado en ese devenir-frontera. […]
Escombro
in ENCICLOPEDIA