El terreno del lago de Texcoco no es una planicie uniforme: conteniendo múltiples morfologías superpuestas, es una colcha de retazos de distintos suelos, formas diversas de vegetación, concentraciones diferentes de sal en la tierra y múltiples marcas de ocupación que se han acumulado en la superficie del suelo como delgados estratos de escombros, basura, aguas foráneas, planchas de cemento y otros materiales sintéticos. Poco a poco estos materiales se han ido naturalizando, confundiéndose con los elementos nativos que los precedieron, coloreando la tierra con nuevos tonos. Las piedras volcánicas, extraídas de la capa de tierra localizada bajo los lodos lacustres —siendo estos lodos la última capa material que queda del antiguo lago—, así como de los cerros circundantes, han sido usadas para crear caminos que se dibujan a lo largo y ancho de las planicies del lago de Texcoco. Estas piedras, porosas, livianas y fuertes, a veces son negras como las entrañas del volcán Popocatépetl, y a veces rojas como el óxido de los metales ferrosos. [...]
Viuda
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